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¿Porque los jugadores son supersticiosos? (1/2)

¿Porque los jugadores son supersticiosos? (1/2)

Muchos jugadores son de naturaleza supersticiosa, particularmente en el póquer aunque es más de competencia.


Muchos consideran que es posible provocar la suerte o por lo menos evitar la mala suerte gracias a ciertos métodos que varían de un jugador al otro.

 

La “pokerstición”

Los jugadores de póquer suelen pensar que pueden tener una influencia sobre la suerte, desafiarlo, allí dónde otros no lo han conseguido. Ciertas supersticiones existen desde centenas de años.

Jugar teniendo en cuenta solo la superstición sería un error porque esto equivale en ocultar que el poker se puede controlar gracias a sus capacidades, pero es verdad que un poco de superstición tampoco no daña.

Además, ciertas anécdotas que circulan por el mundillo del poker participan en animar una cierta "pokerstición".

Algunos también se inventan sus pequeños truco para desafiar al azar. Llevar ropas especificas, guardar uno lleva suerte encima (por ejemplo los card guards), son supersticiones que se pueden practicar tanto jugando en vivo que en línea.

 

Algunos ejemplos de supersticiones entre las comunidades

Se encuentran creencias relativas a los colores de la ropa, los asientos donde no hay que sentarse, y por supuesto a las cartas.

Ciertas supersticiones hasta tocan comunidades enteras. Por ejemplo, los asiáticos particularmente los chinos, son más supersticiosos que nosotros, occidentales, ya que los juegos de azar forman parte integrante de sus tradiciones. Creen que la boca de león trae mala suerte. Por eso, el Hotel y Casino MGM de Las Vegas tuvo que repensar la entrada. Esa tenía forma de una boca de león, lo que hacia huir a todos los clientes asiáticos, una clientela importante en Las Vegas.

 

Los mejores también son a veces los más supersticiosos

La revista Planet Póquer ha elaborado un estudio muy interesante sobre las supersticiones en el poker. Este es el resultado:

 

- El protector de cartas “Casper” de Doyle Brunson:

Se podría decir que es el protector de cartas más famoso del mundo. Contiene la imagen de “Casper, el fantasma amistoso”, con el nombre de “Texas Dolly” grabado en él. Brunson lo lleva desde hace más de 20 años, y tiene una peculiar historia, pues a raíz de que se empezara a creer que ese objeto le traía suerte, Doyle Brunson comenzó a alquilarlo, cobrando 500$ por 30 minutos de “uso y disfrute”. Llegó a ser alquilado a un jugador griego por 5.000 dólares la hora.

Fue vendido a Howard Lederer por 3.500$, que no podría ser su propietario oficial hasta que Brunson pasase a mejor vida, aunque finalmente la hija de Brunson, Pamela, le imploró que no lo hiciera y que se lo regalara a ella, por lo que Brunson tuvo que pagar 7.500$ a Lederer para cancelar el contrato que tenían ambos, a fin de darle a su hija el protector, el cual le costó inicialmente a Brunson 5$.

Doyle Brunson también es conocido por ganar dos Campeonatos del Mundo consecutivos con una de las peores manos del Texas Hold’em, T2, lo que hizo que dicha combinación llevara su nombre, y convertirse así en la mano fetiche del jugador. Una mano que, según creencias de muchos jugadores, nunca se debe tirar.

 

- La “naranja de la suerte” de Johnny Chan:

Este jugador, además de ser conocido por los diez brazaletes de las WSOP que ha conseguido en su carrera, incluyendo dos Main Event, es famoso por llevar siempre en la mesa una naranja.

Chan ha declarado varias veces que no lleva la naranja por superstición, sino por evitar tener tentaciones de fumar, aunque actualmente no fuma ni bebe y aún así sigue llevando la famosa naranja a cada evento que participa, y de hecho a raíz de que ganase su segundo evento de las WSOP, muchos jugadores acudían a diferentes torneos con piezas de fruta como talismán, generando una macedonia de “amuletos” en las mesas.

 

- Sam Farha y su puro:

En cada retransmisión que hemos podido ver a este peculiar jugador le hemos encontrado con un puro en la boca, siendo la más famosa la de su segundo puesto en el histórico Main Event del 2003, que acabó ganando Chris Moneymaker.

El único momento que se le puede ver sin el puro es cuando pierde un bote, momento en el que aprovecha para cambiarlo por otro nuevo. ¿Lo más curioso del caso? Que Sam Farha ni siquiera fuma.

 

- El tiburón de Humberto Brenes:

El jugador costarricense no se considera supersticioso, y la razón que explica sobre su pasión por estas figuritas fue que lo hacía por una vieja historia justo antes de poner rumbo a Las Vegas para jugar al Póquer, y sus amigos le decían que no fuera, que estaba lleno de tiburones.

Un día en el Main Event de las WSOP, una persona le regalo un tiburón de juguete, y tras ganar un gran bote delante de las cámaras, proclamó a los cuatro vientos: “¿Quién es el tiburón? ¡¡Humberto!! Desde ese momento, su apodo de Humberto Shark” a dado la vuelta al mundo y nunca se le ha dejado de ver con esas pequeñas figuras sobre sus fichas.

 

- Jason Mercier no deja que nadie le cambie sus fichas:

Considerado uno de los mejores jugadores de torneos del mundo, si no el mejor, Mercier tampoco escapa de las supersticiones.

En las WSOP del 2011, en uno de los eventos previos al Main Event, Mercier estando ya cerca de la Mesa Final amasaba una gran cantidad de fichas apiladas, y daba la impresión de ser el mayor stack. De hecho pidió al director del torneo que sus fichas no fueran cambiadas por unas de mayor valor para no tener que disminuir la cantidad y que su “castillo” no fuera modificado, por motivos de superstición.

Jason Mercier acabó llevándose el brazalete.

 

Esta es una pequeña muestra de algunos jugadores, pero hay una enorme lista que va desde pequeñas manías o fetiches, hasta supersticiones o amuletos.

Incluso el considerado mejor jugador de Póquer del mundo, Phil Ivey, tiene sus pequeñas excentricidades, tales como la creencia en la mala suerte o en los comúnmente llamados “gafes”, y es especialmente supersticioso en lo referente a las apuestas deportivas. Phil Hellmuth es conocido para llevar sólo un cierto tipo de color y sobre todo nunca el blanco. Hal Kant jamás cuenta sus fichas. Mike Sexton siempre evita cruzar la mirada de los croupiers.

A cada uno su modo de ser supersticioso.

 

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